Las
noticias en relación a ERES y despidos no dejan de bombardearnos. Ayer mismo
leía un artículo donde se enumeraban algunas de las empresas que habían optado
por la medida de los Eres para intentar sanear sus cuentas, asfixiadas por la
crisis. Panrico, Scalextric o Roca están entre ellas.
También los bancos y cajas se unen a estas medidas, con el cierre constante de oficinas.
Caixa Xeral está en pleno proceso de reajuste con unas posibles 60 oficinas cerradas, así como también Caja España, que sin ir más lejos en la provincia de Pontevedra se ha quedado con menos de la mitad de oficinas y menos de la mitad de personal.
Estas son sólo las primeras que me vienen a la mente, pero hay muchos más trabajadores que en estos momentos se están quedando sin empleo y se encuentran frente a un panorama de ofertas desalentador.
Estos pensamientos nos llevan a razonar sobre el por qué de tanto desempleo. Sobre la mesa sabemos quien es la culpable: la crisis. ¿Pero hace falta llegar a esto, o es que las medidas de reducción de plantilla son demasiado benevolentes con las empresas, y de fácil aplicación?.
Analizando el caso de los Eres y su mecánica vemos una diferencia abismal entre el ERE actual y el de hace años. Con la anterior legislación la aplicación de un Expediente de regulación de empleo debía pasar por la autorización del órgano competente, en este caso la autoridad laboral, y en cambio actualmente su aplicación pasa únicamente por un acuerdo entre representantes de trabajadores y empresa.
En la teoría, las modificaciones del art.51, dando la opción al despido colectivo alegando pérdidas actuales o previstas fue impactante en su momento, pero en la realidad social está siendo devastadora.
Si nos situamos en un caso real de un centro de trabajo en el que la situación se ve apretada por la disminución de facturación y los trabajadores se encuentran en la disyuntiva de aceptar los acuerdos o perder el empleo, ¿por qué opción optaríamos?. Es evidente que cualquier ERE temporal es mejor que un desempleo definitivo. Y si aún encima la opción de forzar un acuerdo es la más cómoda y rápida para la empresa, con lo que nos encontramos es con una situación de abuso de poder por parte del empleador y una situación de indefensión del trabajador, agudizado en muchos casos por el poco o nulo apoyo sindical.
Los primeros esfuerzos habría que realizarlos en dirección a la innovación y al desarrollo de ideas novedosas de mercado con el fin de aumentar el beneficio, pero resulta más sencilla e inmediata la reducción del coste directo.
Por
otro lado, el Art. 51,11 del EETT menciona las medidas a aplicar por las
empresas que realicen despidos colectivos de trabajadores mayores de 50 años.
En la última reforma laboral de Marzo de este año se incluyen además de los
despidos colectivos, aquellos realizados por causas distintas a las previstas
en el art. 49,1 del EETT. O sea, se bloquean los ERES a trabajadores mayores de
50 años.
No
quiero decir que sea una medida que me disguste, entendiendo la dificultad del
colectivo de entrar a formar parte del mercado laboral una vez despedidos, pero
es evidente que si no se puede prescindir de este colectivo no se puede dar
entrada a la gente joven al mercado laboral. A la larga tendremos una población
trabajadora mayor y una gente ya no tan joven sin experiencia. No me parece por
tanto una medida acertada, sino simplemente una forma de financiar las
pensiones de estos posibles desempleados.
Lo
que iba a ser un artículo sobre la gestión de un ERE acaba de derivar en una
disertación sobre la situación actual. A veces es bueno dejarse llevar, ya que
aquí dejo una opinión personal, que me valdrá de introducción a futuras entradas.
Estoy de acuerdo contigo sobre los despidos de los trabajadores mayores de 50 años. Debemos tener en cuenta que una gran parte de este colectivo seguramente lleven trabajando toda su vida en la misma empresa. Hasta que las cosas no cambien por desgracia aquí no habrá sitio para todos. La emigración marcará la historia de esta nueva etapa.
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